miércoles, 8 de diciembre de 2021

Catequesis del Papa Francisco sobre San José

        Por distintas circunstancias, no hemos podido escribir posts en el segundo semestre de este año. Este último post del blog lo dedicamos a las tres últimas catequesis del Papa Francisco, dedicadas a San José.

       El miércoles 17 de noviembre, el Papa Francisco comenzaba una serie de catequesis sobre San José con las palabras siguientes:  

«El 8 de diciembre de 1870, el beato Pío IX proclamó a san José patrón de la Iglesia universal. Ahora, 150 años después de aquel acontecimiento, estamos viviendo un año especial dedicado a san José, y en la Carta Apostólica Patris corde he recogido algunas reflexiones sobre su figura. Nunca antes como hoy, en este tiempo marcado por una crisis global con diferentes componentes, puede servirnos de apoyo, consuelo y guía. Por eso he decidido dedicarle una serie de catequesis, que espero nos ayuden a dejarnos iluminar por su ejemplo y su testimonio. Durante algunas semanas hablaremos de san José».

La primera catequesis (17-XI-21) trató sobre «San José y el ambiente en que vivió». Como José, el hijo de Jacob, San José tiene una profunda fe en la providencia de Dios. Eso significa su nombre: «que Dios haga crecer», que Dios disponga de mi vida. El lugar de origen de José es Belén, «la casa del pan» (hebreo) o «la casa de la carne» (árabe). Ambos significados hacen referencia a la Eucaristía. Belén y Nazaret son pueblos pequeños, periféricos, marginales…, pero predilectos de Dios. El Señor conoce nuestras propias periferias, es decir, «esa parte un poco oscura que no dejamos ver, tal vez por vergüenza». El Papa nos recuerda mirar a lo esencial, y no quedarnos en las apariencias: ir al fondo de nuestro corazón y del corazón de los más humildes y pequeños, que el mundo desprecia. Al final de su catequesis, el Papa nos invita a hacer la siguiente oración: San José,

«Tú que siempre te has fiado de Dios, y has tomado tus decisiones guiado por su providencia, enséñanos a no contar tanto en nuestros proyectos, sino en su plan de amor. Tú que vienes de las periferias, ayúdanos a convertir nuestra mirada y a preferir lo que el mundo descarta y pone en los márgenes. Conforta a quien se siente solo Y sostiene a quien se empeña en silencio Por defender la vida y la dignidad humana. Amén».

La segunda catequesis (24-XI-21) la dedica el Papa a «San José en la historia de la salvación». Las dos genealogías de Jesús que contienen los evangelios nos hablan de José, como verdadero padre de Jesús (aunque no biológico), implicado en la historia de la salvación. Mateo, que recoge la genealogía de Jesús desde Abraham, presenta a José como un hombre que pasa oculto, que es discreto y silencioso, que está en segundo planto, pero llevando a cabo una labor importantísima. Lucas, que retrocede hasta Adán en la genealogía del Señor, menciona a José como custodio de la Sagrada Familia, y de la Iglesia. En nuestra sociedad «líquida» o «gaseosa» son fundamentales los vínculos humanos. Por eso se mencionan las genealogías de Jesús; para dar a entender la importancia de las relaciones familiares, también con nuestros antepasados, de los cuales venimos. Jesús está enraizado en la historia, como nosotros. El Papa termina su catequesis con la siguiente oración: 

«San José, tú que has custodiado el vínculo con María y con Jesús, ayúdanos a cuidar las relaciones en nuestra vida. Que nadie experimente ese sentido de abandono que viene de la soledad. Que cada uno se reconcilie con la propia historia, con quien le ha precedido, y reconozca también en los errores cometidos una forma a través de la cual la Providencia se ha hecho camino, y el mal no ha tenido la última palabra. Muéstrate amigo con quien tiene mayor dificultad, y como apoyaste a María y Jesús en los momentos difíciles, apóyanos también a nosotros en nuestro camino. Amén». 

La tercera catequesis del Papa (1-XII-21) se titula: «José, hombre justo y esposa de María». Los evangelios dicen que José «era justo». ¿Porqué? Porque no quiso denunciar a María al saber que estaba embarazada. Eso es lo que debía hacer —denunciarla— según una «justicia» estricta de la ley. La sentencia podría ser de lapidación o al menos de repudio. Pero él es verdaderamente justo, y decide «repudiarla en secreto», es decir, sin que cayera en María la sospecha de adulterio y la deshonra. Pero Dios interviene, a través del ángel, y en sueños, y José recibe a María. Es una lección para nosotros: «ante algunas circunstancias de la vida, que nos parecen inicialmente dramáticas, se esconde una Providencia que con el tiempo toma forma e ilumina de significado también el dolor que nos ha golpeado». José y María eran novios. Habían hecho planes. Sin embargo, «Dios parece entrar como un imprevisto en su historia y, aunque con un esfuerzo inicial, ambos abren de par en par el corazón a la realidad que se pone ante ellos». También nosotros, hemos de pasar del enamoramiento al amor maduro. El Papa recomienda a los matrimonios: «Recordadlo siempre: nunca terminar el día sin hacer las paces. Y esto os ayudará en la vida matrimonial. Este recorrido del enamoramiento al amor maduro es una elección exigente, pero tenemos que ir sobre ese camino». Y termina con una nueva oración: 

«San José, tú que has amado a María con libertad, y has elegido renunciar a tu imaginario para hacer espacio a la realidad, ayuda a cada uno de nosotros a dejarnos sorprender por Dios y a acoger la vida no como un imprevisto del que defendernos, sino como un misterio que esconde el secreto de la verdadera alegría. Obtén para todos los novios cristianos la alegría y la radicalidad, pero conservando siempre la conciencia de que solo la misericordia y el perdón hacen posible el amor. Amén».

El 8 de diciembre termina el año especial dedicado a San José. Y nosotros también damos por concluido este blog, que buscaba prestar una ayuda, especialmente a los sacerdotes, para aumentar nuestra devoción al Santo Patriarca, Padre de Jesús, Esposo de la Virgen y Patrono de la Iglesia. 

San José, maestro de la vida interior y patrono de la buena muerte, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

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