miércoles, 23 de junio de 2021

Oraciones a San José (5)

Antes de comenzar nuestra reflexión de esta semana, informo a nuestros lectores que, en principio, por diversas circunstancias personales, dejaremos de publicar «posts» en este blog durante el verano. Si Dios quiere, volveremos a escribir sobre San José a partir del próximo mes de octubre. 

Hoy meditaremos sobre una oración a San José que el Papa Francisco reza todos los días. Lo comenta él mismo en su Carta Patris Corde.

Todos los días, durante más de cuarenta años, después de Laudes, recito una oración a san José tomada de un libro de devociones francés del siglo XIX, de la Congregación de las Religiosas de Jesús y María, que expresa devoción, confianza y un cierto reto a san José: 

«Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén».

Esta oración la podemos rezar teniendo en cuenta dos enfoques. 

El primero es el contenido mismo de la oración. Acudimos a San José «cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles». Se trata por tanto de una oración hecha en momentos de «angustia y dificultad», en los que no vemos ninguna solución a los males que nos aquejan porque parece imposible remediarlos. Se cierra toda esperanza humana. La oscuridad y las tinieblas se extienden sobre todos los ámbitos de nuestra vida. 

¡Cuántos hermanos y hermanas nuestras se hallan, actualmente, en esta situación!. Solamente el contacto diario con el interior de las personas, como por ejemplo lo tienen los sacerdotes a través de la dirección espiritual y el sacramento de la penitencia, nos permite asomarnos al dolor humano, que es muy grande en las circunstancias actuales. 

Las familias pasan por situaciones muy difíciles; no sólo económicas, o de salud, sino también, y sobre todo, de tipo psicológico y espiritual. 

Dios desea que no perdamos la paz y a esperanza, sino que acudamos a su ayuda en todo momento. Y, este año, quiere que lo hagamos, especialmente, a través de la intercesión de San José, que también tuvo que pasar situaciones muy difíciles durante su vida.

El glorioso patriarca nos enseña a abandonarnos por completo en las manos de Dios. Él también tuvo que aprender a hacerlo, mirando el comportamiento de Nuestra Señora, que era de alegría y paz profundas. Al principio de su misión, tuvo que enfrentarse a momentos de angustia: el embarazo de María sin que él supiera porqué, la estancia de María en Fin Karim junto a su prima Isabel, el viaje a Belén y el nacimiento de Jesús en la pobreza, la huída a Egipto, etc.

Muchas veces, frente a las dificultades, casi insuperables, ante las que se encontraba a cada paso, habrá sentido angustia e inquietud. Pero veía a María siempre serena y sonriente. Así fue aprendiendo a sortear los problemas con buen humor y abandono en los planes de Dios. 

Por lo tanto, qué mejor oración que la que reza el Papa todos los días para pedir la ayuda en las grandes dificultades que atraviesa el mundo. 

Y aquí contestamos con el segundo enfoque con que podemos rezar esta oración: la unión con la persona e intenciones del Papa. 

El Papa Francisco va cumplir este año 85 años de edad. Está enfermo, de sus rodillas y pulmones (y quizá de otros males que no conocemos). Tiene sobre sus hombros todo el peso de la Iglesia. ¡Cuántas críticas recibe diariamente! ¡A cuántos problemas serios tiene que hacer frente todos los días! Como sabemos, en su despacho tiene una pequeña escultura de San José dormido y, debajo de ella, pone papelitos con intenciones que le confía. Son «situaciones graves y difíciles» por las que pide. Y, al final de la oración que reza todos los días, invoca a San José para que muestre que su bondad es tan grande como su poder. 

Unamos nuestra oración a la del Papa para acudir con confianza a la intercesión de San José, por el mundo, por la Iglesia, por nuestro país, por nuestras familias, por cada uno de nosotros. «Ite ad Ioseph». Si vamos a José y ponemos en él toda nuestra confianza, no se podrá decir que hayamos acudido en vano a su favor (frase muy parecida a la que decimos en el «Acordaos» de San Bernardo. Él, muy unido a su esposa María, nos obtendrá del Señor una «buena solución» a los problemas por los que atravesamos.  

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