miércoles, 2 de junio de 2021

Oraciones a San José (2)

Entre las oraciones que se han recomendado, particularmente a los sacerdotes, com preparación para celebrar la Misa está el «O felicem virum».

Sin embargo, es una oración que puede rezar cualquier fiel cristiano, si se entiende el «tuis sanctis altáribus deservíre» en sentido amplio, es decir, como participación activa que todos los fieles deben tener durante las celebraciones litúrgicas.  

Muchos buenos sacerdotes, y también fieles cristianos, de antaño, recitaban, incluso de memoria, esta admirable oración, con la que podemos lucrar este Año de San José la indulgencia plenaria todos los días. 

El texto latino tiene una fuerza especial:

O felícem virum, beátum Ioseph, cui datum est Deum, quem multi reges voluérunt vidére et non vidérunt, audíre et non audiérunt, non solum vidére et audíre, sed portáre, deosculári, vestíre et custodíre!

V/. Ora pro nobis, beáte Ioseph. 

R/. Ut digni efficiámur pro­mi­ssiónibus Christi. 

Oremus. Deus, qui dedísti nobis regále sa­cer­dótium, præsta, quǽsumus, ut, sicut beátus Ioseph unigénitum Fílium tuum, natum ex Maria Vírgine, suis mánibus reverénter tractáre méruit et portáre, ita nos facias cum cordis mundítia et óperis innocéntia tuis sanctis altáribus deservíre, ut sa­cro­sánctum Fílii tui Corpus et Sánguinem hódie digne sumámus, et in futúro sǽculo prǽmium habére mereámur ætérnum. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.

La traducción castellana es la siguiente: 

¡Oh feliz varón, bien­aven­turado José, a quien le fue concedido no sólo ver y oír al Dios a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron; sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo! 

V/. Ruega por nosotros, bien­aven­turado José. 

R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. 

Oremos. Oh Dios, que nos concediste el sacerdocio real; te pedimos que, así como San José mereció tratar y llevar en sus brazos con cariño a tu Hijo unigénito, nacido de la Virgen María, hagas que nosotros te sirvamos con corazón limpio y buenas obras, de modo que hoy recibamos dignamente el sacrosanto cuerpo y sangre de tu Hijo, y en la vida futura merezcamos alcanzar el premio eterno. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

*          *          *

Si procuramos rezar esta oración cada cada vez que nos preparemos para celebrar o asistir a la Santa Misa, notaremos cómo el Espíritu Santo va haciendo nuestro corazón más delicado y mejor dispuesto para aprender a tratar a Jesús, en la Eucaristía, como lo trataron María y José. Alejaremos la rutina de nuestra alma. Procuraremos siempre acudir a la Comunión con un corazón más limpio, y desearemos poder ofrecer al Señor obras mejor acabadas y con más amor. 

Además, comprenderemos mejor nuestro sacerdocio real, y ministerial (en el caso de los sacerdotes), que principalmente consiste en llenarnos del amor a Jesucristo, para luego poderlo dar a los demás. 

Mañana celebraremos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este día, y su octava, es una magnífica ocasión para —por la intercesión de San José— cuidar más el modo de acercarnos a la Comunión: con la pureza, humildad y devoción con que recibieron a Jesús, Nuestra Madre María y su esposo San José.    


 

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